- Crimen y castigo. Demasiado complicado.
- Égloga de Plácida y Vitoriano. Demasiado existente.
- El conde Lucanor. Se puede leer sólo si con ello se pretende demostrar que hacerlo es una mala idea.
- En busca del tiempo perdido. Muy bonito y tal pero como decían Buda y Aristóteles: un poquito de limón, ¿no, macho?
- Guzmán de Alfarache. Sólo apto para los nacidos en 1992.
- La discografía de Los Gatocidas. Es disonante, hiriente y absurda.
- La gaviota. Aburrido, que es lo peor que se puede decir de un libro. No japonés.
- La montaña mágica. Demasiado largo. Demasiado lento.
- La universidad desconocida, Los sinsabores del verdadero policía, El tercer reich y demás exhumaciones del cadáver literario del pobre Bolaño.
- Las obras completas de Octavio Paz. Estaba Gordo y no nos gusta su peinado.
- Nocilla project. Posmodernidad de a duro el kilo.
- Tiempo de silencio. Pedante. Aburrido. Recargado. Farragoso. Pretencioso.
- Toda la obra de Menéndez Pidal. La gente que escribe tanto debería ser encarcelada.
- Toda la discografía de Los Beatles.
- Tractatus logico-philosophicus. Demasiado difícil de encontrar en librerías.
- Ulises, de James Joyce. Vale, es una obra de culto y todo eso, pero seamos realistas: no se entiende nada. Y el que entiende algo entiende lo que quiere entender.
- Viaje de Turquía. No nos gustan los nombres de los personajes.
- 1Q84. Repetitivo. Poco original. Japonés.
- La rebelión de las masas. Por gilipollas.
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