Andar descalzo es de pobres, de zarrapastrosos, de gente sin ningún tipo de decoro ni pudor. Los pies de una persona a veces son feos, y están llenos de callos y de heridas allí donde rozan todos los zapatos. Los pies sudan, huelen mal, son una parte olvidada de nuestro cuerpo que nos limitamos a encerrar en una caja cuando estamos en público. Los pies no están cómodos ahí dentro, los dedos no pueden moverse al compás de la canción que tararea nuestra cabeza, los dedos no pueden bailar.
Para mí, los pies son bonitos. Tan marginados, tan esclavizados con el peso diario de todo nuestro cuerpo. De todo nuestro voluminoso y pesado cuerpo, torpe y carente de gracia. ¿Sus heridas? Las cicatrices de su dolor.
Corro descalza, y noto el pinchazo del frío en cada milímetro de la planta del pie. Corro rápido, y a medida que me acerco a mi destino, sucia y sin zapatos, el frío pinchazo se convierte en dulce quemazón.
Ven tú también. Quiero besarte los pies.
Ainoa Marco
Genial
ResponderEliminarTanto como genial no. Pero sí muy humano.
ResponderEliminarMuy bien
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